sábado, junio 11

Las dos y nada sereno

Son las dos de la mañana y sigo dándole vueltas al asunto. Mejor dicho, intentando no darle más vueltas. Pero es inútil, por mucho que haga, no saldrás de mi mente. Te convertiste por yo-no-sé-qué-razón en el único pensamiento persistente en mí.

Pero de amor nadie se muere. No, y eso es lo malo. Porque a cada instante, en cada latido duele. Duele en serio. Uno va por la vida agarrando fuerza de quiensabedonde para seguir sollozando. Sin acabar de morirse.

Dos y diez.

Qué difícil es resistir el impulso de llamarle, de enviarle un mensaje. De hacerle saber, de alguna forma, que pienso en ella.

Lo único que quiero es que deje de doler...