jueves, enero 31

Al rato te llamo...

Y nada.

Tampoco le culpo. Después de todo no está como yo, en una casa vacía sin nada que hacer excepto pensar. Bueno, eso de que estoy solo no es del todo cierto.

Está aquí el perro.



Como escucha es muy bueno, pero como conversador es pésimo, así que toca conversar conmigo mismo. Pero saber de antemano lo que te responderán roba lo interesante a cualquier charla.

Total, sigo esperando que suene el dichoso teléfono...

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